domingo, 16 de abril de 2017

EL CRITICO

El dramaturgo Juan Mayorga ha constituido una obra teatral de gran altura mediante el duelo dialéctico entre dos de los representantes más destacados del universo teatral: nada menos que un autor y un crítico, una figura que, por ejemplo inspiró uno de los papeles secundarios más memorables de la historia del cine: el Addison de Witt de George Sanders en "Eva al desnudo".
Desde el inicio de los tiempos la figura del critico ha sido una pieza clave de las representaciones escénicas. ¿Tienen realmente influencia? ¿Saben de lo que hablan? ¿Son todos los críticos autores frustrados que vuelcan en los auténticos creadores toda la amargura de su fallida vocación?. Se quiera o no, la figura del crítico emerge como un mal necesario, o al menos una parte esencial del universo literario. Algunos de ellos tienen poder suficiente para hundir o impulsar carreras a su capricho, otros no pueden soportar el olvido del público, que aplaude sin cesar obras que ellos desprecian desde su elevada posición intelectual.


En la obra de Mayorga, un autor, Scarpa, se presenta en el hogar de su mas temido rival, el critico Volodia, que lleva años fustigándole con sus comentarios. A pesar de que el estreno ha sido un éxito, él necesita saber la opinión de su bestia negra. En realidad, nada le importa más.  Tal vez por el hecho de que, desde su posición elevada, el crítico es capaz de ver lo que otros no pueden apreciar y tiene la habilidad de diseccionar el auténtico arte de los golpes de efectismo, que tanto pueden impresionar a los espectadores poco versados. ¿O acaso el ciego es él?. ¿No será que sus prejuicios le impiden ver más allá de la opinión que a priori ese implacable evaluador del trabajo ajeno se ha formado sobre el autor en función de anteriores experiencias?. ¿Porqué se otorga el derecho de decir lo que es bueno o malo por encima de la opinión de los espectadores, a los que, en definitiva, va destinada la obra?.  Scarpa necesita enfrentarse a sus fantasmas y para ello debe de mirar frente a frente a aquél que cuestiona su trabajo y mostrarle que está equivocado, que no ha entendido nada de lo que intenta transmitir. Volodia requiere , por su parte, mantener su estatus de analista privilegiado, y quiere hacer ver al autor que sus juicios buscan explotar su potencial como artista y no dejarse llevar por las soluciones fáciles en vez de profundizar en la búsqueda del auténtico teatro, del que perdura en el tiempo.

Un pieza muy recomendable, salpicada por diálogos inteligentes, densos y al mismo tiempo accesibles, llenos de referencias a la compleja relación entre ambos universos y que debe reivindicarse como una de las mas logradas obras de los últimos años. En el año 2013 dos excelentes Juanjo Puigcorbé y Pere Ponce la llevaron a los escenarios.