sábado, 27 de octubre de 2018

LOS IMPOSIBLES SUEÑOS DE UN SEÑOR MUY DE DERECHAS

Hoy casi completamente olvidado, el abogado valenciano Fernando Vizcaíno Casas, fue un prolífico escritor que durante no pocos años lideró las ventas en España a través de una obra extensísima y que alcanzó su cenit desde la muerte del dictador Francisco Franco hasta comienzos de los años 90.
Vizcaíno Casas fue un fenómeno editorial a contracorriente de los tiempos: a medida que España se iba convirtiendo en una democracia y se empezaba a recelar y huir, hasta con vergüenza, de las casi cuatro décadas de dominio franquista, Vizcaíno encontró un filón comercial a la reivindicación permanente de la dictadura , que en realidad fue su gran (y único tema). Muy probablemente, el grupo Planeta y su gran timonel José Manuel Lara, supo ver el jugoso mercado que suponía el llamado “franquismo sociológico”, las capas sociales muy vinculadas al régimen de Franco y encontró en el escritor valenciano, cuya trayectoria lIteraria hasta casi entrados los cincuenta años había sido más bien poco relevante, el vehículo  adecuado para ofrecer una literatura comercial de ínfima calidad, pero de indudable eficacia de cara a un sector del público (en esos mismo años Planeta tenía en nómina a destacados izquierdistas como Vázquez Montalbán o Umbral, lo cual muestra el olfato comercial de la editorial).



Todos los libros de Vizcaíno Casas seguían un patrón casi taylorista de producción en cadena de  éxitos: aprovechar circunstancias políticas del momento para, en torno a ellas, crear una trama sobre la cual subyacía un mensaje muy claro: la auténtica España era la de los vencedores de la Guerra Civil, y la misma había sido sustituida por un sistema democrático ineficaz, corrupto y poblado de rojos y gente de mal vivir. Para ello recurría a un costumbrismo muy simple, poblado de personajes planos, estereotipados y bastante sectarios que no hacían sino esconder una nostalgia por el país que se transformaba irremediablemente. Las narraciones solían desarrollar las biografía de sus protagonistas y eso le permitía al autor hacer un recorrido por sus periodos de referencia: la II República, la Guerra Civil, el régimen de Franco y la transición democrática. Su figura favorita, repetida insistentemente a lo largo de su obra, era la del españolito medio que había prosperado con el régimen de Franco y luego se reconvertía en un demócrata convencido cuando no en un izquierdista de boquilla (el triunfo del PSOE de 1982 fue su segundo filón). Todos sus libros están repletos de chistes más bien facilones y oportunistas relacionados con el momento político preciso. Además, muchos de sus obras más famosas (“Y al tercer año resucitó”, “Hijos de papa”, “Las Autonosuyas”…) dieron lugar a adaptaciones cinematográficas aun más infames que sus originales literarios, perfectamente encuadrables en los momentos más bajos del cine desarrollista de eso años
Es obvio que con estas pautas la literatura, extraordinariamente exitosa, de Vizcaíno Casas tenía una fecha de caducidad muy limitada y que sus libros a fecha de hoy pueden ser considerados como una simple curiosidad, eso en el mejor de los casos.  Los imposibles sueños de un señor muy de derechas” es una de sus últimas entregas, cuando su auge ya declinaba, y puede ser considerada como un buen ejemplo de la literatura generada por el valenciano, bastante desfasada a fecha de hoy y centrada en la mas bien poco estimulante figura de un veterano soldado del bando nacional que mira con recelo los nuevos tiempos y evoca con nostalgia sus años jóvenes bajo el paraguas protector del régimen franquista. En cualquier caso, es de justicia reconocerle una sólida construcción en la estructura del libro, el uso de un estilo accesible al lector y el hecho de que la lectura de su obra puede ser una buena manera de acercarse y entender el pensamiento conservador más clásico de la sociología política española.


domingo, 7 de octubre de 2018

CELA, EL HOMBRE QUE QUISO GANAR

Ian Gibson, irlandés de nacimiento, es uno de los más conocidos hispanistas contemporáneos que tiene la peculiaridad de centrar su estudio en nombres claves de la cultura española a los que ha dedicado biografías y estudios: García Lorca (su gran tema), Salvador Dalí y Luis Buñuel son algunos de los iconos que ha sido diseccionados por Gibson.
En 2003, apenas una año después de la muerte del último Premio Nobel español de literatura, Camilo José Cela. Gibson sacaba a la luz un polémico y provocador ensayo en torno al autor de “La familia de Pascual Duarte” y “La Colmena”. El biógrafo nunca ha escondido sus tendencias izquierdistas y ello dio lugar a no pocas suspicacias en torno al libro: a fin de cuentas Cela fue un referente intelectual importante de la derecha española de finales del siglo XX; defendido fervientemente desde las páginas de ABC, medio del que era colaborador asiduo que le quiso elevar  la categoría de gran literato envidiado por toda una pléyade de jóvenes escritores de tendencia progre, que nunca alcanzarían sus cotas de maestría.


Tal vez sea el hecho notorio que Gibson no sintiese ninguna simpatía personal por el objeto de su estudio (cosa que reconoce abiertamente al final del mismo) lo que otorga notable interés a su trabajo, porque tal circunstancia no es óbice para que sus análisis de la obra celiana sea completa, rigurosa y hasta brillante sin que ello implique que sus opiniones estén teñidas del inevitable subjetivismo que toda critica literaria comporta. En su conjunto Gibson cuestiona el valor de buena parte de la producción del Nobel de 1989 con tres excepciones: Pascual Duarte, La Colmena y San Camilo 1936 (en opinión de Gibson, su obra maestra), que son analizadas con notable precisión. Son cruciales sus justificaciones sobre la influencia que puede percibirse en esas obras de escritores extranjeros, en concreto de John Dos Passos y su “Manhattan Transfer” en “La Colmena” con su visión panorámica de una micro somas social urbano, y de del “Ulises” de James Joyce, en “San Camilo 1936” con su apuesta decidida por el monólogo interior.
Junto al análisis literario el otro gran motor de la narración (y de hecho, el más importante) es la tesis que fundamenta el libro sobre la personalidad de Cela. En opinión del ensayista, la obsesión por el triunfo y el reconocimiento social marcó la trayectoria vital de Cela, cuya fijación por el éxito, originada en gran medida por unos orígenes familiares acomodados y medio británicos en la que la palabra fracaso era vista con escepticismo y desprecio, le llevó a hacer su de carrera literaria el gran motor de su vida y de intentar conseguir una red de contactos y apoyos que le abriesen las puertas del reconocimiento: desde el ingreso en la Real Academia de la lengua, hasta los más prestigiosos premios literarios para los que se postuló sin desmayo hasta conseguirlos. De forma paradójica (o no tanto), uno de sus más clásicas figuras narrativas fue la del perdedor, el desgraciado que tiene todo en contra y no puede salir del agujero al que la vida le ha sometido y de cuyo análisis, crudo y tierno al mismo tiempo, salieron los mejores momentos literarios de una pluma que consiguió un prestigio en determinados ámbitos catalogado por muchos como injustificado.

No esconde tampoco el libro, el carácter polémico del autor, muy especialmente en la última etapa e su vida, donde sus reconocimientos oficiales se combinaban con actuaciones muy polémicas en su vida pública y privada, con declaraciones altisonantes, toscas y hasta de mal gusto a cargo del Nobel, que le valieron el repudio de no pocos, en especial de las nuevas generaciones y que parecían enmarcadas en una estrategia de auto-promoción del propio autor que a lo largo de su vida fue creando, en torno a su mismo, un personaje contradictorio que supero en buena parte a su creación literaria.