lunes, 20 de febrero de 2017

TRISTANA

Adaptación teatral de una de las novelas más emblemáticas del gran cronista literario de la España del siglo XIX, Benito Pérez Galdós; una obra cuya fama se vio incrementada por la versión cinematográfica rodada por el gran Luis Buñuel en 1970.


En "Tristana" Galdós nos regala un personaje femenino poderoso, inconformista por naturaleza que, no obstante, termina siendo presa en gran medida de la sociedad que la oprime y por descontado de un destino caprichoso y poco dado a favorecer sus sueños de emancipación. Los hombres que marcan su vida están muy por debajo de su categoría humana pero, no obstante, siguen ostentando los recursos necesarios para terminar haciendo de ella lo que ellos quieran. El trasnochado Don Lope, ejemplo acabado de una decadencia española que intenta aparentar honor y decencia, cuando por el contrario no duda en aprovechar su situación de superioridad para beneficiarse de la candidez de su joven pupila, y el bohemio pintor Horacio, representante del ideal romántico al que aspira la protagonista, pero que en sus motivaciones últimas no puede dejar de lado al egoísmo propio de su género. Entre los tres se forma uno de los más estimulantes triángulos de la pluma galdosiana que no disimula su simpatía por la figura de la mujer obligada a sobrevivir en un entorno hostil y dominado por hombres de mas bien escaso nivel. Basta este monólogo ilustrativo a cargo de Tristana, para mostrar las ansias de vida de toda una generación

"Ya sé que es difícil eso de ser libre… y honrada. ¿Y de qué vive una mujer no poseyendo rentas? Si nos hiciéramos médicas, abogadas, siquiera boticarias o escribanas, ya que no ministras y senadoras, vamos, podríamos… Yo quiero vivir, ver mundo y enterarme de qué y para qué nos han traído a esta tierra en que estamos. Yo quiero ser vivir y ser libre (…) Quiero ser algo en el mundo, cultivar un arte, vivir de mí misma… Quiero tener una profesión”."

La adaptación teatral realizada por Eduardo Galán, juega ingeniosamente con un puesta en escena que opta por un escenario simultáneo en el que las situaciones aparecen entrelazadas de tal forma que se consigue un traslado eficaz de un texto novelado no escrito en origen para las tablas. Un reparto en estado de gracia ayuda a salir de la función con la satisfacción de haber utilizado el bien el dinero de la entrada.