miércoles, 14 de junio de 2017

EL HOMBRE QUE DESTRUIA LAS ILUSIONES DE LOS NIÑOS

Inclusión de Lorenzo Silva en el género del relato corto, mediante la recopilación de diversas piezas breves que el autor fue escribiendo y guardando a lo largo de los años y que al final decidió sacar  a la luz cuando contempló que todas ellas guardaban una cierta homogeneidad, por lo menos según relata el propio Silva en el prólogo, en el sentido de que, según sus propias palabras, cada uno de ellos “contenía un mensaje apocalíptico, en el doble sentido que tiene el término”, conectando esa visión con los acontecimientos negativos que se sucedieron en todo el mundo con la llegada de la crisis económica en el año 2008.


Como sucede con casi todas las recopilaciones de relatos cortos, la irregularidad preside buena parte del libro, alternándose algunos llamativos con otros en los que cuesta entender su significado. En alguna ocasión, el propio Lorenzo Silva ha manifestado su cierto escepticismo en cuanto a sus habilidades reales como narrador breve sintiéndose más cómodo en las novelas en las que su constante búsqueda de profundidad, en especial en cuanto al retrato y desarrollo psicológico de los personajes, resulta más adecuada si se cuenta con páginas suficientes para dicho desarrollo.
Quizá sus intentos mejor intencionados que resueltos de acercarse al género de la narración corta hundan sus raíces en su ilimitada admiración al Frank Kafka, uno de los maestros indiscutibles de esa rama literaria, al que rinde homenaje explícito en uno de los relatos de este libro, en concreto el titulado “Un artista de fe”, que por otro lado es de los más destacados de una colección que no acaba de cuajar del todo y que deja claro que el escritor se maneja mucho mejor en las notables aventuras de su pareja de guardias civiles, tan merecidamente exitosa y  a cuya altura no llega a situarse con este experimento, como tampoco lo conseguía con su otro trabajo en esta línea “El déspota adolescente”.
No obstante, se deja para el final una agradable sorpresa: un esbozo de pieza teatral titulado “A solas”, que nos consigue sorprender con sus diálogos incisivos y directos, casi a lo Hammett, y que contiene un final brillante y sorprendente. Una conclusión que deja un buen sabor de boca de una sucesión de historias que , pese a sus hondas pretensiones, no acaban de conmovernos