Inclusión de Lorenzo Silva en el género del relato corto, mediante la
recopilación de diversas piezas breves que el autor fue escribiendo y guardando
a lo largo de los años y que al final decidió sacar a la luz cuando contempló que todas ellas
guardaban una cierta homogeneidad, por lo menos según relata el propio Silva en
el prólogo, en el sentido de que, según sus propias palabras, cada uno de ellos
“contenía un mensaje apocalíptico, en el doble sentido que tiene el término”,
conectando esa visión con los acontecimientos negativos que se sucedieron en
todo el mundo con la llegada de la crisis económica en el año 2008.
Como sucede con casi todas las recopilaciones de relatos cortos, la
irregularidad preside buena parte del libro, alternándose algunos llamativos
con otros en los que cuesta entender su significado. En alguna ocasión, el
propio Lorenzo Silva ha manifestado su cierto escepticismo en cuanto a sus
habilidades reales como narrador breve sintiéndose más cómodo en las novelas en
las que su constante búsqueda de profundidad, en especial en cuanto al retrato
y desarrollo psicológico de los personajes, resulta más adecuada si se cuenta
con páginas suficientes para dicho desarrollo.
Quizá sus intentos mejor intencionados que resueltos de acercarse al
género de la narración corta hundan sus raíces en su ilimitada admiración al
Frank Kafka, uno de los maestros indiscutibles de esa rama literaria, al que
rinde homenaje explícito en uno de los relatos de este libro, en concreto el
titulado “Un artista de fe”, que por
otro lado es de los más destacados de una colección que no acaba de cuajar del
todo y que deja claro que el escritor se maneja mucho mejor en las notables
aventuras de su pareja de guardias civiles, tan merecidamente exitosa y a cuya altura no llega a situarse con este
experimento, como tampoco lo conseguía con su otro trabajo en esta línea “El déspota
adolescente”.
No obstante, se deja para el final una agradable sorpresa: un esbozo de
pieza teatral titulado “A solas”, que nos consigue sorprender con sus diálogos
incisivos y directos, casi a lo Hammett, y que contiene un final brillante y
sorprendente. Una conclusión que deja un buen sabor de boca de una sucesión de
historias que , pese a sus hondas pretensiones, no acaban de conmovernos