De alguna forma este libro del escritor checoslovaco
Milan Kundera ha venido despertando encendidas polémicas desde su publicación.
Se trata de una obra muy compleja, estructurada a través de retozos de vida de
cuatro personajes principales que la convierten en una novela sin narración
lineal como si respondiese a una intención del autor de ir improvisando reflexiones
a través de instantes de la vida de sus protagonistas.
Kundera aborda en su libro un profunda análisis sobre la frugalidad de la vida, lo inconstantes que pueden resultar los
sentimientos y aún más allá, la real falta de importancia de las personas que sobreviven en una existencia efímera, que
trata de ser salvada con mecanismos de defensa tales como el amor, pese al
diverso sentido que las personas otorgan al mismo. Amor en ocasiones, cuando en
otras, se reduce pura y simplemente al sexo, entendido como elemento revelador
de la personalidad.
Se trata de una novela muy compleja, con un narrador
que en muchas ocasiones decide tomar parte de la acción y llega incluso a
manifestar opiniones personales, sin necesidad de ponerlas en boca de sus
protagonistas. Contiene numerosas páginas algo tediosas, pero al mismo tiempo es
capaz de lanzar al aire reflexiones muy profundas que rayan el ensayo
filosófico y hasta político, en la medida que el autor hace muchas referencias
a cómo el comunismo incidía en la vida de las personas (la trama se sitúa en
torno a mayo del 68, con la invasión de las tropas rusas) y la forma en el que el sistema político destrozaba en gran medida, las pocas posibilidades de felicidad de la gente. De forma significativa llega a decir que los que lo impusieron no eran malvados en origen, sino que aspiraban al paraíso en la tierra y cuando vieron que ese paraíso no existía, acudieron a la represión para justificarse.
Inclasificable, pretenciosa y aburrida para unos,
fascinante y profunda para otros, a nadie deja indiferente. Su versión al cine
de 1987 ratificó lo que todo el mundo pensaba: que era una novela inadaptable.