Tercera entrega de la
trilogía del siglo xx del galés Ken Follett, que concluye la senda iniciada con
“La caída de los gigantes” y “El invierno del mundo”, en esta ocasión centrada
en el periodo 1961-1989, con la Guerra Fría de trasfondo y, como en las
anteriores entregas, protagonizada por diversos personajes americanos, rusos,
alemanes e ingleses.
Toda trilogía suele tener sus
momentos álgidos, medios y menores y en esta ocasión esta obra puede fácilmente
situarse como el menos interesante de los tres novelones del prolífico autor de
best-sellers, aun sin ser en modo alguno totalmente desdeñable; mientas que “El
invierno del mundo” era con diferencia la mejor de la saga.
Follett vuelve a mostrar una
amplia y brillante labor de documentación y como el resto de entregas de la
trilogía, es una magnífica re visitación de algunos de los momentos cumbres de
la última parte del siglo XX, con una sabia combinación de realidad histórica y
tramas de ficción bien ensambladas. Pero el defecto principal de los libros
anteriores aquí se agudiza: la gran cantidad de personajes termina por perder
al lector, sobre todo porque en esta ocasión muchos de ellos son menos
interesantes que en los anteriores libros; un personaje aparece y tarda
bastante en volver a dar muestras de vida, otros están mas bien difuminados por breves retazos y en otras ocasiones sus historias carecen
de gancho (en especial todo lo relativo a los integrantes de las bandas de
música; tal vez un guiño a una de las aficiones favoritas del autor, que como hobby
toca en una grupo musical).
Además, algunos temas destacados como la crisis de los misiles en Cuba, la presidencia de Kennedy o
la lucha por los derechos civiles se extienden durante demasiadas páginas
provocando cierto hastío; las referencias a la política americana de los años
60-70 aun siendo interesantes resultan un poco cansinas y ,por el contrario, se
pasa muy de puntillas por la década de los años 80, esencial en la definitiva
caída del comunismo, que es en realidad el eje vertebrador de la novela. Da la
sensación que “El umbral de la eternidad”, hubiese sido mucho más lograda con
menos tramas mas seleccionadas y una menor extensión que las más de mil páginas
que dejan al lector agotado ; tal vez los intentos de hacer una obra monumental
sean un peaje demasiado elevado para Follett, tras sus magníficas recreaciones
de la Edad Media.
En cualquier caso la obra
gustará a los admiradores del escritor galés que con estas tres entregas ha
vuelto a demostrar que sus cualidades como narrador siguen intactas y que en
sus manos los súper ventas de calidad, pueden ser asimismo, libros instructivos
y que doten de información y cultura a los lectores. Con Follett, la literatura
de entretenimiento se ha dignificado notablemente.