En el año 2017, el dramaturgo norteamericano, Lucas Hnath asumió el
riesgo de hacer una segunda parte de Casa de Muñecas, la inmortal obra de
Ibsen, el autor noruego que con su obra estableció uno de los personajes
femeninos emblemáticos de la historia de la dramaturgia mundial: Nora, esa
mujer que tratando de salvar a su familia, asumía roles e iniciativas que le
estaban vedadas a su género y que, a pesar de poder salvarse y continuar con su
acomodada vida burguesa, decidía dejarlo todo al haber descubierto el vacío de
su existencia y su sometimiento a los dogmas masculinos.
La obra original de Ibsen ponía sobre el tapete el papel que la sociedad otorgaba a las mujeres; mucho
ha llovido desde entonces y ahora con más fuerza que nunca se reivindica la
posición de la misma en el mundo. ¿Puede un personaje como ese ser vigente a
fecha de hoy, con las transformaciones económicas y sociales que han sacudido
la existencia contemporánea?. En este nuevo acercamiento, Hnath decide situar a
sus protagonistas quince años después y nos sitúa en el escenario ante las
consecuencias que provocó la huida del hogar por parte de una madre de familia,
algo casi sacrílego durante no poco tiempo. Nora vuelve a su hogar más convencida que nunca de lo
adecuado de su decisión, con las ideas muy claras sobre la conveniencia de su
huida de aquello que debía considerarse como adecuado. Pero ¿ha calibrado en
alguna ocasión como influyó aquello en la vida de los demás?¿Que fue de su
esposo e hijos?¿Qué piensan sobre ella?. ¿Nuestras decisiones deben ser
autónomas o deben de tener en cuenta a terceros?
Todas esas preguntas se plantean en una pieza que establece unas
relaciones personales llenas de reproches y viejas cuentas. Todos los
personajes de la función tienen sus motivaciones y no resulta fácil
desprenderse de los mismos. Lo que para alguien supone la llave de su
felicidad, para otros puede ser una fuente de conflicto. Y quizá, el mensaje
más evidente (si es que lo existe) de esta obra es el hecho que el hecho de convivir
con otras personas nos termina afectando de forma esencial, por mucho que
queramos mantener nuestra independencia. No se puede uno sustraer de la
sociedad que le rodea, de sus consignas y reglas, escritas o no, ni tampoco de
las consecuencias de nuestros actos, por más que creamos que están
justificados.
Es un texto brillante, que logra la muy complicada misión de mantener el
nivel del original del que ha sacado la historia y personajes, algo
extremadamente complicado al tratarse de una de las cumbres del Teatro
contemporáneo, y quizás una de las obras que lo iniciaron, y que en los
escenarios españoles ha contado con un excelente electo de actores que llenar
de verisimilitud y humanidad a sus complejos personajes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario