Manuel Vicent fue ,probablemente,
uno de los novelistas más emblemáticos
de la transición española y los años 80, condición reforzada por su trabajo
como articulista y colaborador habitual de El País. En 2009 llevó a la imprenta un peculiar en
inclasificable libro llamado “Poker de
ases”, una colección de semblanzas de los principales protagonistas de la
literatura mundial del siglo XX.
Y puede resultar
inclasificable porque las sucesivas piezas que jalonan el muy interesante
libro, son acercamientos muy personales a esos gigantes de las letras
contemporáneas. Vicent consigue que algunos esbozos biográficos sean elementos
claves para comprender la obra de sus retratados. En unas pinceladas nos resume a la perfección como la vida y el
arte se cruzaban de forma sistemática en las almas, generalmente torturadas, de
los creadores y de que forma las circunstancias personales y el entorno que
rodeaba a esos literatos daba lugar a unas páginas impresas que impregnaron la
cultura del siglo XX.
La conciencia del fracaso de
sueño americano de Arhur Miller, el torturado y viciado sur de sexualidad
prohibida y sueños frustrados en el que
Tennessee Williams liberó sus demonios interiores, el inevitable destino
trágico de Virginia Woolf, la innegable atracción por el pecado del católico
Graham Greene, cómo un príncipe italiano llamado Lampedusa dejó para la
historia una sola novela que haría época, también en el cine, sin el que él
llegara a conocerlo, la forma en que el pesimismo antropológico de Pio Baroja
se compensaba con cientos de páginas escritas a velocidad de crucero y a base
de tertuliaras literarias en el Madrid de la postguerra, los sueños de riqueza
y esplendor literario de Francis Scott Fitzgerald que, para su desgracia, se cumplieron
tan pronto como posteriormente se precipitaron su economía y salud, cómo el
exilio parisino , con todas las aristas que implica vivir en la capital
francesa, condicionó de forma decisiva la obra de Julio Cortázar, el episodio
de la adolescencia de la mujer de James Joyce, Nora, que inspiró uno de sus más
famosos relatos con la muerte de gran protagonista, la audacia propagandística
de Hemingway, con un personaje que situó muy por encima de los textos que
escribía. Y así con un sinfín de perfiles: Conrad, Beckett, Pessoa, Proust,
Kafka, Camus….
No es en modo alguno sencillo
resumir un siglo de literatura en apenas trescientas veinte páginas de letra
gorda. Menos aún jugar de forma tan acompasada con el retrato biográfico y la
opinión personal y literaria de cómo esas vicisitudes personales generabas libros,
relatos u obras de teatro tan concretas. Son ensayos que rezuman literatura,
que pueden contener de forma exactamente proporcionada datos mas o menos
objetivos con apreciaciones personales o, quien sabe, invenciones de un
novelista que noveliza la vida de otros creadores para darles un sentido
exacto. Muchos tratados de más de mil paginas pueden resumir y analizar las
letras del último siglo completo; lo harán muy bien y de forma muy científica
,desde luego, pero es dudoso que alguien después de leerlos tenga una idea tan
clara de aquellos que labraron las grandes obras del periodo como tras la lectura de este libro.
En definitiva un recorrido
fascinante y complejo, altamente
recomendable, y que, dado su merecido éxito, tendría sus continuaciones con “Mitologías” y “Los últimos mohicanos”
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