Consagrado con la excepcional
“Saber perder”, una de las mejores novelas españolas de los últimos años a
David Trueba le quedaba la difícil tarea de volver al mercado con la sombra de
su anterior creación planeando sobre el mismo; algo siempre harto complicado.
Blitz tiene un personaje
principal interesante, Beto, un joven arquitecto paisajista que representa la
realidad bien palpable de buena parte de los treintañeros españoles: sin trabajo fijo ni rumbo definido
en su existencia. En plena crisis profesional acude a Múnich con su pareja para
participar en un concurso que aligere algo su situación laboral y económica. En
la ciudad alemana tendrá que enfrentarse a una crisis afectiva, que hace más
palpable su desorientación vital y a la que encontrará una peculiar salida.
Posiblemente planteada como
un retrato generacional con tintes reflexivos, la novela (breve en
contraposición a su anterior obra) cuenta con un inicio prometedor que se va
diluyendo a medida que avanza la trama. La fina ironía teñida de amargura que
caracteriza la prosa de Trueba (siempre brillante formalmente) en esta ocasión
no logra conectar plenamente con una historia creíble y que intrigue al lector.
A medida que las páginas avanzan, menor es el interés que tenemos por las
desventuras de Beto. Su vacío no nos logra conmover, apenas nos despierta un
ligero interés. Y su final aséptico y pretendidamente abierto nos deja como
buena parte del libro: fríos como la ciudad alemana en la que se desarrolla
buena parte de la acción
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